Animarse

Camino de los 7 Lagos - Patagonia - Argentina

El primer paso para llevar a cabo cualquier acción se funda en la decisión de hacerlo. En algunos casos decidir implica atreverse a traspasar ciertos límites, reales o imaginarios, propios o impuestos.

En un mundo creado por y para los hombres, ser mujer implica animarse. Tener valor de realizar acciones cotidianas que se tornan un riesgo, como volver a casa de noche, que en Latinoamérica se ha convertido en una actividad altamente peligrosa: un femicidio cada 26hs en Argentina durante los primeros meses de 2017 según informó la organización no gubernamental "Mujeres de la Matria Latinoamericana" (MuMaLá).

Ante este escenario, hay que redoblar esfuerzos. Aunar voluntades, comprender la realidad que nos rodea e intentar modificarla. Todo sin perder el impulso de perseguir los objetivos propuestos, aunque la actualidad tire un poco para atrás.

Si las acciones diarias son un desafío, viajar se presenta como una utopía. No tanto por el hecho mismo de hacerlo, sino por el miedo y las dudas que nos invaden al reparar en los peligros y dificultades que esperan: enfrentar el camino en un contexto que nos es hostil, salir del ambiente familiar y rutinario, no saber qué deparará cada destino, encontrarnos solas y sin dinero. Enfrentar el mundo.

Sin embargo y pese a todo, hay que animarse a vivir, perseguir metas y utopías si no queremos convertirnos en seres grises. Según la RAE la acción de animar puede entenderse como "Comunicar a una cosa inanimada vigor, intensidad y movimiento".

Animarse ante todo es definir objetivos, sacudir el miedo y lanzarse a la aventura. Poner en movimiento las cosas inanimadas. Viajar puede causar temor, pero es la experiencia más enriquecedora que podemos elegir. Y cada vez hay más formas de llevarlo a cabo: auto stop, carpa, couchsurfing, hostels, voluntariados, intercambios, etc.

A veces se necesita de alguien que nos dé un empujoncito. En mi caso agradezco enormemente a esa amiga que me incitó a embarcarme en una loca travesía. Tres mujeres por una ruta del sur en bicicletas.


Pese al temor que me invadía decidí dar el salto y fue la sensación más liberadora que experimenté. No fue fácil: el camino fue duro, el peso, las discusiones, y la incertidumbre nos sobrepasaron más de una vez. Aún conservo una gran cicatriz como recuerdo de esa experiencia increíble, a partir de la cual comencé a recorrer muchos caminos.


Atreverse es una forma de enfrentar la opresión, de rebelarse con lo que está establecido y de incitar a otros a hacerlo. No es imposible, sólo hay que animarse.


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